Nemus continuó respondiendo las preguntas de Astaroth por un rato, satisfaciendo su curiosidad tanto como pudo. Cuando se agotaron sus preguntas, finalmente deshizo la barrera circundante, y los sonidos de la estridulación de los grillos alcanzaron sus oídos.
Fue entonces cuando miró hacia arriba y se dio cuenta de qué hora era. La habitación en la que se encontraba parecía tan brillante como el día, pero notó rápidamente por qué.
Toda esta luz emanaba de Nemus. Brillaba en un blanco suave, pero con suficiente intensidad como para mantener toda la habitación abierta iluminada como si fuera de día.
Se giró hacia ella.
—Hablar contigo fue muy… informativo. Pero tengo cosas a las que volver. Necesito regresar a mi reino y ponerme al día antes de salir otra vez para hacerme más fuerte. Así que me voy —dijo Astaroth.
Justo cuando se dio la vuelta, listo para marcharse, escuchó la voz de Nemus.