En el lado este del continente, en Ciudad Bastión, Fénix finalmente se puso al día con todas sus obligaciones como reina regente. Dado que Astaroth no estaba presente, toda la carga recaía sobre ella, lo que la molestaba un poco, pero también sabía que era lo mejor.
Astaroth no era tan racional como le gustaba creer, y la mayoría de sus decisiones estaban basadas en instinto y emoción. Aunque él seguía diciendo que había aprendido a controlar sus emociones, eso era una tontería y todos a su alrededor lo sabían.
Había aprendido a no dejar que sus emociones se derramasen en su fusión de almas, en el mejor de los casos. Así que era mejor que una persona con los pies en la tierra como ella tomase decisiones duraderas para el reino.