El Duque del infierno miró a Astaroth con miedo, incapaz de moverse. Dos razones motivaron su incapacidad para moverse.
La primera razón fue su estado de puro choque. Su hechizo del dominio de la ilusión no era algo que cualquiera pudiera romper, después de todo.
La segunda razón era que incluso si hubiera querido retroceder, algo lo mantenía allí. Saliendo de su torpor, se dio cuenta de que el mortal estaba sujetando la punta de su estoque entre dos dedos.
Haciendo fuerza con todo el poder de su brazo, la espada se negó a moverse para él.
Astaroth miró su lucha, sonriendo en respuesta.