Viendo que Fénix ya estaba en la habitación prácticamente al lado, no le llevó mucho tiempo entrar a esta sala de reuniones más pequeña. Al ver a todas las personas presentes, puso una cara solemne.
Sentada al lado de Astaroth, esperó a que alguien hablara y le explicara por qué su presencia era necesaria. Astaroth fue quien lo hizo.
—El jefe del pueblo me ha pedido algo, pero creo que tú serías mejor juez para decidir si debo permitirlo o no —dijo.
Fénix miró al jefe del pueblo, esperando que él repitiera su solicitud directamente a ella. Sintiendo la intensidad de su mirada penetrar en su mente, el jefe entendió.
—Su Majestad, he venido aquí para hacer una petición egoísta. Quisiera ser nombrado embajador de su gran nuevo reino y ser quien forme los puentes con el pueblo Élfico en su nombre —explicó el jefe del pueblo.