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Matando todo a su paso, Astaroth salió disparado de la puerta, deteniéndose justo frente a la entrada. Escaneó a los enemigos entrantes uno por uno en un mero instante.
Unos pocos jugadores merecían su atención, pero la línea de frente era en su mayoría decepcionante. No obstante, al mirar más allá, su sonrisa regresó.
Cambiando la forma de Ad Astra una vez más, al modo lanzador de hechizos, Astaroth comenzó a disparar a los jugadores entrantes con una precisión increíble. Incluso cuando los jugadores esquivaban el ataque, los que estaban detrás recibían el impacto.
Ni un solo jugador conseguía pasar de los cincuenta pies vivo. Por supuesto, Astaroth tenía que esquivar muchos ataques entrantes también, pero eso era tan fácil como respirar para él en este momento.
Viendo a sus tropas siendo diezmadas, Killi decidió que era hora de enviar a los miembros más poderosos de su gremio. Con un rápido mensaje en su chat de la hermandad, diez jugadores entraron en acción.