Astaroth observaba asombrado mientras el Barón golpeaba a la criatura de sombras con su maza, desprendiendo trozos de la salud de la entidad. Donde él ni siquiera podía rayarla, el Barón ahora la estaba golpeando hasta casi matarla.
Astaroth tomó el papel de apoyo en esta lucha, rechazando los ataques entrantes, para asegurar que el Barón pudiera seguir machacándola. La pelea terminó en cuestión de minutos, ya que la sombra casi se había disuelto por completo.
Dio un último grito, lanzando una amenaza vacía al desaparecer.
—¡Solo están retrasando lo inevitable! El rey volverá a reinar sobre estas tierras, tarde o temprano! —exclamó.
El Barón Duncan clavó su maza en el último racimo de la sombra, desintegrándola.
—Entonces lo esperaré —respondió él.
Astaroth aplaudió lentamente su respuesta, provocando que el hombre lo mirara enojado. Obviamente, todavía estaba furioso con Astaroth por haber expuesto los pechos de su esposa como un salvaje.