Las dudas que quedaban en la cabeza de Astaroth se disiparon por las acciones anteriores. No solo el anciano le había impedido terminar con la vida de alguien, sino que ahora los estaba escondiendo de una autoridad que ni siquiera sabía que existía.
—Ah, sí. Presentaciones. Disculpe mi rudeza. Soy el maestro del gremio de aventureros en Cumbre Solar. Mi nombre es Euclesias Eustas.
—No estoy seguro de que sea un placer conocerlo, todavía, señor Eustas. Preferiría saber por qué intervino en mi combate y por qué nos ocultó de esos hombres antes.
Astaroth no dudaba de que el hombre tuviera buenas intenciones, pero no saberlas aún le provocaba ansiedad. ¿Y si lo que buscaba eran sus capacidades?
No había duda en su mente de que un mago en una posición tan alta y con tanto poder, reconocería a un Animanter a primera vista. Y eso le llevó a su siguiente pregunta.
—¿Qué gana usted con esto?
El anciano sonrió con malicia.