—¡Violeta! ¡Espera! ¡Vuelve aquí! —gritó Alex.
—¡Hihihihi! —se burló ella.
Ella se alejó saltando, como el pequeño diablo que aparentemente era, y Alex tuvo que correr tras ella. Violeta le ganó a la entrada del edificio, casi detenida por el portero, hasta que vio a Alex corriendo detrás y lo reconoció.
Ella corrió hacia el elevador que la llevaba hasta el ático y se detuvo frente a él. No podía entrar sin el pase de Alex, así que no tenía otra opción.
—¡Está bien, adiós! —gritó ella.
Alexander la alcanzó frente al elevador, donde ella lo estaba esperando, con el teléfono extendido hacia él. Ella lucía una sonrisa diabólica mientras Alex tomaba su teléfono de vuelta.
—¿Qué quería ella? Y más importante, ¿qué le dijiste? —interrogó Alexander.
—¡Nada importante! —canturreó Violeta.
Alexander chasqueó la lengua, leyendo la mentira evidente. Se resolvió a llamar a Kary de vuelta una vez que estuviera dentro de su ático.