***Dentro del juego, en el momento del anuncio mundial***
Azamus estaba sentado en un escritorio en el edificio de su nuevo gremio. Había recaudado dinero de todos sus benefactores y patrocinadores, prometiendo hacer de su gremio el mejor a cambio de que ellos pagaran por su establecimiento.
Cuando la notificación resonó por todo el mundo, su sonrisa desapareció inmediatamente, reemplazada por el rechinar de dientes y sus puños apretándose. Empezó a maldecir su mala suerte.
—¡Esa maldita perra y su amigo novato lo han hecho de nuevo! ¡Robando logros que me pertenecen! ¡Juro por los dioses de arriba que los aplastaré! —Mientras lanzaba esta maldición, solo en su oficina, un escalofrío le recorrió la espina dorsal. Su enojo le impidió sentirlo demasiado, y solo quedó como un pensamiento secundario.
Llamó a su sirviente, que ahora también estaba jugando el juego, aunque solo para servir a su joven maestro.