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A miles de kilómetros de distancia del país de Azima, había una gigantesca fortaleza que estaba rodeada por un muro perimetral muy grueso y largo. La pared tenía una altura de 300 m y un grosor de 5 m.
Detrás de esas paredes, había un grupo de edificios dispersos. El área que cubría el enorme muro perimetral era de varias decenas de kilómetros en la que, si uno se paraba al otro lado del muro, no lograría ver el otro extremo.
Los edificios de aquí dentro eran magníficos y estaban hechos de un material especial que aseguraba que estos edificios lograrían pasar por un desastre como un terremoto y similares.
En las calles de la fortaleza, varias personas caminaban alrededor. Cada una de ellas llevaba un arma.
En algunas esquinas, sucedían varios conflictos. Las peleas comenzaban fácilmente entre personas de diferentes organizaciones que se podían identificar fácilmente por las insignias y emblemas que llevaban en su ropa.