No mucho después de que Abadón dejara Tehom, sus esposas comenzaron a aparecer en el jardín una tras otra, como un reloj.
Algunas de ellas evidentemente estaban en la ducha, ya que sus cuerpos y cabellos todavía estaban mojados y solo cubiertos por toallas.
Pero una vez vieron a su hija y a la diosa nórdica inconsciente, comprensiblemente lamentaron no haber llegado antes.
—¡Sif! —exclamó Lisa.
—¡Nubby, qué pasó!? —preguntó Eris.
—¿Dónde está tu padre? —inquirió Tatiana.
Nubia era un ser muy antiguo y poderoso con muy pocos iguales y aun menos superiores, pero incluso ella estaba un poco llorosa frente a sus madres.
Evidentemente, su nueva capacidad para el entendimiento emocional había jugado un gran papel en la formación de su nueva personalidad.
—Y-Yo solo... P-Papá fue... —sollozó.
Ninguna frase incompleta pudo haber hecho que las esposas entraran en pánico más.