—Nexo de la Creación, El árbol de la Vida.
Yesh y Azrael estaban jugando la partida de ajedrez más antigua y de mayores apuestas del multiverso.
A unos metros de ellos, Gulban se frotaba la cara vendada mientras jugueteaba con las hojas del gran árbol radiante.
—¿Todavía te duele, viejo creador? —preguntó Azrael sin levantar la vista.
—¡Por supuesto que me sigue doliendo! Ese ingrato bribón no tiene respeto por sus mayores, ¡ni por su suegro! ¡No sé qué pudo ver mi hija en él!
—¿El cuerpo sin igual en toda nuestra creación y sus alternativas? —dijo Azrael.
—Un temperamento suave y un compromiso inquebrantable con aquellos a quienes ama —dijo Yesh.
—También podría ser el hecho de que él adora el suelo por el que ella camina —dijo Azrael.
—Su cabello también es muy bonito en esta vida —dijo Yesh.
—Madre dice que también es bastante gracioso. Además, carece de la usual arrogancia que poseen la mayoría de su especie —dijo Azrael.
—Él es bueno con los niños —dijo Yesh.