Hajun entró en la sala de entrenamiento del sótano y por un momento quedó atónito por lo que vio.
—Esto… esto…
Thea levantó las manos en un gesto de inocencia mientras balbuceaba una excusa. —A-Ahora abuelo, sé lo que parece, pero solo estábamos estrechando lazos un poco y-
—¿¡Cómo puede un niño volverse aún más adorable en tan poco tiempo?! —exclamó Hajun.
El anciano pasó junto a Thea como si estuviera hecha de aire y en cambio se centró en el joven Belloc.
De vuelta en su forma de tamaño infantil, Hajun inmediatamente lo alzó y lo acunó amorosamente.
—¿Quién te hizo el cabello y lo dejó tan bien, eh? ¡Serás tan guapo como tu padre cuando crezcas!
'Espero no serlo… padre parece tener muchas quejas sobre ser el deseo encarnado.' Pensó Belloc.
—Lo hizo mi hermana. —El dragón de la muerte señaló a Thea con un dedito infantil y Hajun sintió cómo años de vida le eran restaurados en un instante.