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Anon montó al cuervo con elegancia sin esfuerzo, agarrando las riendas de la criatura de plumas negras. —Veamos de qué estás hecho —murmuró, tirando de la brida hacia atrás. El cuervo respondió al instante, desplegando sus grandes alas y levantándose del suelo con un poderoso aleteo.
Mientras Anon surcaba el cielo, regresando a su hogar, escuchaba los pasos atronadores de un ejército detrás de él. Girando la cabeza, vio a la horda de 5000 Ogros en persecución, montando sobre sus temibles lobos gigantes.
Mientras tanto, dentro de la torre de magos, Sir Vermin recibió la noticia de que los monstruos se retiraban.
—Señor Vermin, los monstruos están retrocediendo —informó un profesor.
—¿Qué? —exclamó, Vermin corrió inmediatamente hacia la cima de la torre para ver que los Ogros se estaban retirando hacia la jungla.
—Preparen el carruaje. Vamos a salir al anillo exterior —ordenó Vermin.
Vermin subió al escenario mientras anunciaba con voz fuerte.
