Inmediatamente recogiendo el par de guadañas de la mesa, Anon empezó a correr detrás del guardia alemán.
—AUXILIIIIIIIIIIIIIO... —gritó el soldado con miedo al darse cuenta de que anon lo seguía con un par de guadañas.
Algunos guardias que salieron de sus habitaciones fueron asesinados inmediatamente con un destello de hoja.
Cabezas rodaron por el suelo como pelotas.
—Ven a papito princesa... Papito te dará chocolate —dijo Anon mientras deslizaba su guadaña contra la pared y se dirigía hacia la puerta de salida del búnker.
De repente, el soldado alemán apareció con un Desert Eagle .375 en sus manos.
Tenía la frente cubierta de sudor y las manos temblaban de miedo.
Amenazar a Anon con la pistola podría haber sido la última decisión de su vida o una decisión que le salvara la vida.
—Muévete aunque sea una pulgada y cada bala dentro de este muchacho estará dentro de ti.