—Te estoy dando una última advertencia, Rasputín. Deja a mi hijo y fingiré que nada de esto ha pasado jamás —Marlena habló mientras miraba a Anón con una expresión seria.
—¿Hmm...? ¿Estás segura de lo que estás haciendo? —preguntó Anón con una sonrisa psicopática mientras sus ojos brillaban intensamente morados.
—¿A qué te refieres? —Ella preguntó con una expresión confundida.
—En cuanto una de esas bolas voladoras toque mi cuerpo. Tu hijo sentado aquí experimentará una cantidad insoportable de dolor y lentamente ese dolor solo aumentará hasta que muera —Anón habló con una sonrisa psicopática.
—No está mintiendo, lo puedo decir por su expresión facial —Marlena pensó mientras miraba a Anón con una expresión seria.
—Bueno, bueno... ¿Qué quieres hacer ahora, Marlena? ¿Quieres atacarme y ver a tu hijo morir lentamente o quieres convertirte en mi Deposito-de-Semen y ver a tu hijo libre? —Preguntó Anón con una sonrisa maligna.