Anon sanó a 14 Incubo y 20 Súcubo, mientras esclavizaba a todos ellos.
Ahora tiene 34 demonios a su disposición, todos ellos morirán y lucharán por él.
—NOS INCLINAMOS, ANTE NUESTRO MAESTRO. —Los 34 hablaron mientras se arrodillaban ante Anon.
«Muy bien, 34 Escudos de Carne para protegerme. Si puedo entrenarlos bien... Podrían convertirse en excelentes asesinos.», pensó Anon con una sonrisa maligna mientras los miraba.
—Okay, todos ustedes comiencen con diez mil flexiones ahora. —Anon ordenó.
—S-Señor... ¿D-Diez mil? —Una de las Súcubo preguntó con una expresión confundida.
—Sí, ¿tienes algún problema? —Anon preguntó con una sonrisa.
—P-Pero, soy un Súcubo. No soy tan fuerte como un Incubo. —Ella habló.
—Hmm...? Déjame contar... —Anon habló mientras comenzaba a contar algo con sus dedos.
—Umm... ¿Qué estás contando, Maestro? —Uno de los Incubo preguntó.