—Gilipollas... ¿Olvidaste decirme el punto más importante, eh? —preguntó Anon con expresión seria mientras miraba a Kolis.
—Lo siento, Maestro —se disculpó Kolis.
—Señor, ¿debo regresar? —la Witchcreta preguntó mientras se levantaba del suelo y se acomodaba los pechos en la ropa.
—No, perra estúpida... ¿No ves que este pene aún está erguido? Ponte de rodillas y levanta el culo.
—¿Crees que voy a dejar que ese culo gordo y ese coño rollizo se vayan así? —Anon preguntó sonriendo.
—Hmm...? Esto es raro —dijo Kolis mirando a Anon con expresión confundida.
—¿Qué? —Anon preguntó con expresión neutral.
—Tu lujuria... No disminuyó después de soltar todo eso —Kolis habló con expresión confusa.
—¿Me lo estás diciendo o preguntando? —Anon preguntó con expresión confusa.
—No, Maestro... Te escaneé nuevamente y tus niveles de lujuria están muy estables —dijo Kolis.
—Bien... Ahora, ponte de rodillas- No, primero... Quítate toda esa ropa. No me agrada cómo te ves —ordenó Anon.