—Sí, sí... Ya voy. Pero primero... tengo que terminar esta tanda de panes —dijo Adam mientras continuaba amasando la masa.
—Ughhhh... Aquí, te ayudaré —expresó Iris con una expresión irritada mientras tomaba la otra masa y comenzaba a amasarla.
—Gracias, Iris. Eres una chica tan dulce... —comentó Adam con una sonrisa.
—Dulce mis narices... Ni siquiera quiero tocar esta cosa, solo lo estoy haciendo por ti —replicó Iris mientras seguía amasando la masa.
—Iris... No maldigas mientras amasas la masa, tus palabras harán que sepa mal —le advirtió Adam.
—Oh Dios... Por favor, hazlo un poco egoísta, no puedo soportar más a este tipo. Ayúdame, por favor —rogó Iris.
—Jajaja... No va a pasar. Los dioses me escuchan más a mí que a ti... pequeña Iris —bromeó Adam con una sonrisa.
Soy Adam. Hace 2 años, no era nada... Un huérfano que suplicaba por la comida del día en las calles con su hermanita.