—Ambos... Salgan de la habitación —ordenó Anon.
—¿¡Qué!? —Ambos lo miraron inmediatamente a Anon con una expresión sorprendida y chocada.
—Sí, sí... Lárguense de esta habitación —Anon habló mientras miraba en otra dirección y comenzaba a caminar hacia su silla.
—¿Maestro? ¿Por qué dices eso? Digo, puedes usar nuestras vaginas mientras comes... Incluso te daría una mamada si quisieras —habló Kia.
—No... No quiero ninguna mamada. Solo lárguense, ustedes dos —ordenó Anon.
—O-Okay... Pero— —antes de que Kia pudiera haber dicho algo más, Anon la detuvo.
—No, ningún pero. Solo váyanse... —ordenó Anon mientras se sentaba en la silla y comenzaba a comer su comida.
—De acuerdo —hablaron Gia y Kia mientras ambas salían inmediatamente de la habitación.