—¿Dónde está ella? —preguntó Sera con voz fuerte.
—General, mira... —Una de las soldadas sirena habló mientras señalaba hacia el grupo de sirenas.
Sera se giró inmediatamente y notó que Neridia está abrazando a una chica del grupo de sirenas.
—Obviamente... ¿Por qué iba a escucharme? Informa a la Abuela; la reina de las sirenas ha sido sacrificada —ordenó Sera mientras invocaba su tridente y empezaba a nadar hacia Neridia.
—¿La general va a matarla, eh? —preguntó otra soldada sirena.
—Sí, eso es lo que nos ordenó la Abuela.
—¿Estás bien? —preguntó Neridia mientras abrazaba a una sirena anciana.
—E-Estoy bien, mi reina, pero no deberías estar aquí. La oscuridad está cerca; deberías irte —habló la sirena anciana.
—No puedo dejaros; vosotros sois... —Antes de que Neridia pudiera terminar su frase, Sera la interrumpió.
—Oi, tú... —Sera llamó en voz alta.
—¿Eh...? —En cuanto Neridia se giró para mirar a Sera, notó que Sera está muy enojada.