—¿Estás bromeando, verdad? —preguntó Yggdrasil con una sonrisa.
—Oh, yo no bromeo, Luv. Soy una persona muy seria, cuando se trata de hacer esclavas y también quiero comprobar si tus pechos pueden producir leche para mí.
Ahora, ponte este collar de esclava en ese cuello tuyo o prepárate para enfrentar tu muerte y te garantizo que dolerá mucho —habló Anon.
—N-No, tú no puedes hacerme esto... Yo quiero decir, yo no soy cualquier simple monstruo, soy una-
—Dríada, lo sé y te estoy mostrando tanta misericordia solo porque no has matado a nadie hasta hoy.
Te dejaré conocer a Remil después de esto y puedes preguntarle, hasta qué límites puedo llegar, cuando se trata de estar loco —respondió Anon con una sonrisa psicopática.
—Señor Anon, U-Usted no está haciendo lo correcto conmigo. Se arrepentirá... —habló Yggdrasil.
—Oh Dios mío, no sabía que estaba haciendo algo tan malo contigo. Por favor perdóname y ponte este collar de esclava, PERRA —habló Anon.
