—Canción del Rey Sirena...
—Detente ahí mismo, Luv —ordenó Anon.
En cuanto la voz de Anon entró en los oídos de Derein, ella se detuvo de inmediato y sus piernas se congelaron, en contra de su voluntad.
—¿Qué mierda? ¿Por qué no puedo moverme? —murmuró Derein confundida.
—Ven aquí... —ordenó Anon.
De repente Derein se giró y se dio cuenta de que su cuerpo no la estaba escuchando y que ahora estaba actuando bajo el mando de Anon.
—S-Sr. Anon... No puedes controlarme así —habló Derein en voz muy baja cuando se dio cuenta de que Anon no estaba de buen humor.