—Entonces, ¿revelaste mi secreto? —preguntó Anon a Fe.
—S-Sí —respondió Fe.
—¿Cómo sacaron esta información de ti? —preguntó Anon con una sonrisa.
Las lágrimas se acumularon en los ojos de Fe.
«Mi hija...», pensó Fe, consciente de que Anon podía escuchar sus pensamientos.
—¿Tu hija? ¿Cómo? —preguntó Anon, su expresión perpleja.
«Ella llevó a cabo una investigación sobre ti después de que nos fuéramos a esta reunión y descubrió tu verdadera identidad.
Luego, fue a uno de los Ministros Reales y lo contó todo. El Ministro Real la llevó ante la Reina, quien me convocó.
Intenté prevenirlo, pero capturaron a Elena y amenazaron con matarla si no revelaba todo. Lo siento, Maestro. No tuve más opción que decírselo. Por favor, perdóname, estoy lista para cualquier castigo.» Fe pensó mientras las lágrimas corrían por su rostro.
—Entonces, ¿cuál es tu papel en todo esto? —preguntó Anon con una sonrisa.
«Mi deber es conseguir que entres a esa sala», pensó Fe.