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Tan pronto como Anon se volteó para mirar hacia el origen de esas voces, se quedó en shock al ver a los representantes del reino humano.
Dos damas, ambas tenían ojos rojos carmesí y figuras impresionantes. Una de ellas sostenía unos papeles y era Valeria Ravencroft: El Pecado de Manipulación.
La otra, que estaba a su lado, llevaba una espada ancha muy grande en su espalda y dos pequeños, pero afilados, puñales en su cintura. Ella era Ravenna Bloodreign: El Pecado de Ira.
—Hohoho... Mira eso. ¿Cómo no me di cuenta antes? Ellas eran, después de todo. Deben haber creado esas compañías y hecho mi nombre famoso entre los otros reinos como comerciante —pensó Anon mientras una sonrisa maliciosa aparecía en su rostro.
—Llegan tarde de nuevo —habló la mujer centauro.