—¿Qué acabas de decir? —preguntó Elena con una expresión de sorpresa.
—¿Qué? Mi campo de investigación es el sexo. Investigo sobre... —Antes de que Anon pudiera explicarse más, Elena lo interrumpió.
—No, no me digas. No quiero saber más sobre esto. Pero si intentas algo gracioso con mi madre o conmigo... te juro por Dios, que te mataré —amenazó Elena.
«Esto es... Si voy a escuchar sus tonterías, entonces también le voy a cobrar», pensó Anon mientras sacaba el Reloj de la Corrupción de su bolsillo y abría su tapa.
—Oi, ¿estás escuchando— Tic-Tac —Cuando el reloj empezó a hacer tic-tac, los ojos de Elena se volvieron grises, y su cuerpo se endureció, volviéndose como una estatua.
—Así que... ¿Qué decías, perra? —dijo Anon mientras se acercaba a Elena y le daba una bofetada en la mejilla derecha.
Bofetada