—Maestro, por favor regresa —gritó Rel al ver a Anon salir por la puerta principal de la casa sin siquiera mirarla.
—No te preocupes, cariño. Nosotros cuidaremos de tu hermosa figura y te haremos la chica que a todos les gusta —habló Len mientras tocaba suavemente la cara de Rel con sus dedos.
—¿Qué tontería? Vino aquí para vengarte y ahora te deja aquí con nosotros. Por eso no deberías confiar en todos —habló Ren, su rostro carente de emoción.
De repente, una sonrisa se extendió por la cara de Rel.
—Hmm... ¿Por qué sonríes? —preguntó Len, con una expresión de desconcierto.
—Creo que se ha vuelto loca —comentó Ren.
Rel no dijo nada. En cambio, levantó la mano y apuntó con su dedo hacia la puerta principal, su sonrisa haciéndose más amplia.
—Hmm... —Ambos gemelos se volvieron y miraron hacia las puertas principales con expresiones confundidas.