—¿Qué estás diciendo? ¿No me identificaste por la cara? ¿No te mostró tu mayordomo la cara del elfo que capturó para mí? —preguntó Anon con una expresión de sorpresa.
—No, no estaba tan interesada en mirar la cara de un elfo —respondió Derein.
—¿Hmm...? Entonces, ¿no te gusta esta cara? —preguntó Anon, señalando hacia su rostro.
—Bueno, podrías ser el primer y último elfo cuya cara me gusta tanto que quiero besarla —dijo Derein sonriendo.
—Bueno, no puedo decir que no a eso... —replicó Anon con una sonrisa pícara.
—Entonces, ¿qué has estado haciendo en el Reino Elfo durante los últimos 2 meses? —preguntó Derein con una sonrisa.
—Bueno, estoy tomando control del Reino Elfo... Lentamente —dijo Anon.
—¿En serio? ¿Cuántos hombres tienes bajo tu mando, del Reino Elfo? ¿Podemos invadir y ganar? —preguntó Derein con una expresión emocionada.
—No, Luv. La guerra no te traerá nada más que cadáveres y destrucción. Déjame manejarlo a mi manera —dijo Anon.