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Anon y Fe entraron en un restaurante llamado Buena Cocina.
Ting. La campanilla de la entrada sonó cuando abrieron la puerta.
—Lo siento, gente, pero hoy estamos cerrados—. Ohh... Elfos Blancos —dijo el caballero detrás del mostrador, un Elfo Oscuro de 60 años con cabello blanco que parecía increíblemente joven. En años elfos, este tipo es lo que llamarías un adolescente.
—Oh, ¿están cerrados? —preguntó Fe, sus ojos puestos en el Elfo Oscuro.
—No-No, señora. Por favor, tomen asiento —balbuceó y rápidamente llevó a Anon y a Fe a dos sillas.
«Vaya... Ella es tan linda», pensó mientras miraba a Fe.
—Gracias —dijo Fe al tomar asiento.
—Aquí tienen sus menús, Señor y Señora. Pidan lo que deseen. Tenemos todo disponible —dijo el gerente, entregándoles menús a Anon y a Fe.
—¿A qué viene todo este alboroto a esta hora tan tardía, Jim? —Una señora Elfo Oscuro emergió de la cocina, luciendo somnolienta.
—Mamá, hay algunos clientes —comenzó Jim.