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Anon detuvo la habilidad después de un minuto.
Todas las miradas estaban fijas en Eldric, cuyos ojos se habían hundido profundamente en sus cuencas. Sus músculos y huesos eran visibles, su piel se desprendía de su cuerpo. Parecía como si aún estuviera de pie en la arena, pero en realidad, había perecido hace 32 segundos.
Anon descontinuó su habilidad, sacó otro cigarro de su inventario y lo encendió, fumando como si nada hubiera pasado.
—E-Esa habilidad... ¿Cómo consiguió tal habilidad? —preguntó la Señora Glen, su expresión llena de asombro.
No solo la Señora Glen, sino todos alrededor de la Reina, incluidos los guardias, ministros reales e incluso los magos reales, estaban asombrados.
—Debe haber adquirido esa habilidad cuando sopló la trompeta. Nuestro padre siempre hablaba de eso, que quien tocara la Trompeta recibiría un poder inimaginable. ¿Es este el poder del que hablaba nuestro padre? —Fiona reflexionaba, mirando a Anon con una sonrisa.
