Anon derrotó al demonio y empezó a caminar hacia la puerta de salida.
—Oi, chico —dijo una repentina voz detrás de él.
Anon reconoció la voz al instante. Se volteó para ver una figura etérea blanca ante él.
Era el alma de Ion. Su rostro era indistinto, pero mantenía una leve sonrisa.
—Viejo, ¿te diriges al cielo? —Anon preguntó con una sonrisa propia.
—No lo sé, pero antes de dejar este mundo, hay algo que debo pedirte —habló Ion.
—Pregunta —Anon respondió.
—¿Cuál es tu nombre? —Ion preguntó.
—Bueno, puedes llamarme Anon —Anon respondió.
—Anon... un buen nombre. Anon, eres un genio, pero no dejes que se te suba a la cabeza. Aún tienes mucho que aprender. Adiós, Anon —dijo Ion mientras su alma se desvanecía.
Anon simplemente sonrió y reanudó su caminata hacia la puerta.
Tocó la puerta y la abrió con facilidad. Al salir, vio a Gin esperando ansiosamente frente a la puerta.
—Hola, chico Gin. ¿Me esperaste? —Anon preguntó mientras acariciaba la cabeza de Gin.
Guau-Guau