Anon e Ion estaban de pie frente a una roca colosal colocada al final de la habitación. La roca era perfectamente redonda, desprovista de bordes visibles, verdaderamente un monolito esférico. Anon la había notado durante sesiones de entrenamiento anteriores, pero su propósito seguía siendo un misterio.
—Entonces, ¿para qué estamos mirando esta roca? ¿Se va a mover o algo así? —preguntó Anon a Ion.
—No, tienes que romper esta roca —respondió Ion.
—Hmmm... bueno, romperla no será gran cosa, pero ¿no ibas a enseñarme tu técnica? —preguntó Anon, confusión en su expresión.
—Tienes que hacerlo con solo un dedo —explicó Ion.
—¿Eh...? —Las cejas de Anon se fruncieron en desconcierto.
—Sí, tienes que romper esta roca con solo un dedo —reiteró Ion.
—Estás bromeando, ¿verdad? Esta roca es cinco veces más grande y más pesada que yo. ¿Cómo esperas que la rompa con solo un dedo? —preguntó Anon, claramente impactado y perplejo.