La arena yacía en brutal ruina. Anon, Ion y Xander se sentaron juntos mientras un equipo de 20 sanadores trabajaba diligentemente en reparar las lesiones internas de Ion.
De repente, el sanador jefe se levantó y fijó una mirada llena de tristeza en Xander. Era un humano con cabello rubio y ojos verdes, alguien que Anon reconocía como el mejor sanador en el reino humano después de la gran madre.
—¿Qué? ¿Qué pasa? ¿Por qué me miras así? —exigió Xander, su expresión volviéndose enojada.
—Señor, necesitamos hablar —respondió el sanador jefe.
Xander y el sanador humano se trasladaron a una zona apartada y comenzaron a conversar. Anon usaba sus sentidos agudizados para escuchar sigilosamente su conversación.
—Señor, su padre...
—¿Qué? ¿Qué le pasó? ¿Por qué te ves tan angustiado? —preguntó Xander con una expresión grave.
—Su corazón ha sido golpeado por maná negro, y no cualquier maná negro, sino del tipo más oscuro. Su corazón está latiendo al revés —explicó el sanador jefe.