El perro se arrodilló en cuanto le echó un vistazo a Anon, como si se estuviera sometiendo a él.
—Hmm... Eres una quimera, ¿eh? ¿Debería darte un nombre? —se preguntó Anon mientras miraba al perro.
El perro asintió en señal de acuerdo.
—Espera, ¿puedes entenderme? —preguntó Anon.
El perro asintió nuevamente en señal de acuerdo.
—Está bien, eso es genial... Pensé que tenía que entrenarte como a esos perros del ejército. Entonces, tu nombre será Gin. Era un alcohol famoso en la Tierra en aquel entonces —dijo Anon mientras sentía mana brotar de su cuerpo.
—¿Mi mana se drenó cuando le di un nombre? ¿Por qué diablos pasaría eso? —se preguntó Anon mientras miraba a Gin confundido.
Tras pensar un poco, Anon dejó de pensar.
—Ahora, veamos. ¿Cómo te llevo de vuelta conmigo? —habló Anon mientras miraba a Gin.
Guau
Gin empezó a ladrar de repente.
—¿Qué? —preguntó Anon.
Guau-Guau-Guau