—¿Por qué no vas tú mismo a capturarlo? Eres muy poderoso —preguntó Anon, su voz teñida de confianza.
—Puedo capturarlo, pero si me mostrara en el mundo exterior, alguien definitivamente descubriría mi verdadera identidad por mi habilidad de Encanto Infinito. Por eso te estoy pidiendo que lo hagas —explicó Kol, su tono decidido.
—De acuerdo. Es un trato. Te doy mi palabra de que traeré a este tipo aquí antes del atardecer de mañana, pero si me traicionas por tu lado...
—No digas nada más. Vamos a formar un pacto de maná. No quiero escuchar amenazas inútiles —Kol interrumpió, asertivo en su respuesta.
—Sí, esa es una buena idea. ¿Por qué no se me ocurrió? —dijo Anon mientras ambos formaban un pacto de maná.
—Ya me voy —dijo Anon, confiado en sus habilidades. Al terminar de formar el pacto, se levantó y comenzó a caminar hacia la salida de la puerta.
—Humano —la voz de Kol llamó desde atrás.
Anon detuvo sus pasos y miró hacia atrás a Kol. —¿Sí? —preguntó.