—Señor, ¿vendrá hoy al festín en el castillo real? —Arturo se mantuvo erguido, sus ojos se encontraron con los de Anon mientras planteaba la pregunta.
—Lo intentaré —respondió Anon, su voz baja e inquebrantable, mientras continuaba caminando con un aire de confianza.
—Lamento el comportamiento de mi compañero. Por favor, perdónales. Solo temen a los demonios, por eso te apuntaron con sus espadas, espero que realmente puedas perdonarles en tu corazón —Arturo explicó rápidamente, tratando de suavizar cualquier tensión.
Silbido
Anon emitió un silbido agudo y penetrante, y desde los cielos, un magnífico cuervo negro se precipitó hacia abajo, aterrizando con gracia a sus pies.
Anon saltó sobre el lomo del cuervo con facilidad práctica, su presencia emanaba poder y autoridad. —Por favor, ven, la comida será buena —Arthur llamó en un intento de convencer a Anon para que se uniera al festín.