—Bueno, también es mi hogar. ¿Por qué no echar una mano para defenderlo? Y sí, estos ogres me tratan como a su amo —respondió Anon con confianza.
—Hmm... Realmente eres notable para alguien de tu edad. ¿Considerarías convertirte en un noble en mi reino? Incluso podrías casarte con mi hija si lo deseas. Estoy seguro de que ella estaría encantada de casarse con un hombre como tú —propuso Derein, reconociendo el poder de Anon.
—No, yo no me caso. Solo tengo sexo y hago esclavas sexuales. No creo que quieras que tu hija sea mi esclava sexual —Anon respondió con desenfado.
—Picarón, ¿no estás siendo demasiado duro con una reina dulce como yo? —Derein lo regañó juguetonamente.
—Bueno, simplemente digo la verdad —replicó Anon.
—Entonces, ¿cuánto poder posees? No tienes que revelar información personal, pero ¿podrías darme un ejemplo de tu poder? —preguntó Derein, ansiosa por conocer la extensión del poder de Anon.