Antes de que el Rey Alfredo pudiera expresar su objeción, la figura comenzó a desenvolver la tela, revelando un rostro que reflejaba el suyo en todos los aspectos. Era como si estuviera mirando en un espejo distorsionado, sus facciones reflejadas de vuelta hacia él.
—¿Qué brujería es esta? ¿Cómo puede ser? —la voz del Rey Alfredo vaciló, la incredulidad lo invadió.
El hombre en la bata de laboratorio dio un paso adelante, sus ojos brillaban con satisfacción. —Permíteme explicar, Alfredo. Este doppelgänger tuyo es el verdadero rey de esta tierra, operando bajo mi mando. Y en cuanto a ti... ¿quién eres realmente?
La ira del Rey Alfredo se avivó, sus puños se cerraron a sus lados. —¿Te atreves a burlarte de mí? Yo soy el legítimo rey, el gobernante de este reino. Este impostor no es más que un peón en tu juego. ¡No lo compares conmigo!