—Entonces, ¿cómo te transformaste en Ren? No, ¿por qué te transformaste en Ren? Ya tienes dinero y ahora también fama. Si hubieras ganado esta carrera con tu verdadero rostro —preguntó Letti, sus ojos entrecerrándose con curiosidad y sospecha.
Anon, vestido con la persona de Ren, se apoyó en una farola cercana, una sonrisa burlona jugueteando en sus labios. Encontró la mirada de Letti, sus ojos brillando con un atisbo de travesura. —Bueno, Letti, hay razones por las que no puedo decirte eso. Pero ten la seguridad, salí victorioso en la carrera —respondió, su voz impregnada de un tono confiado.
El ceño de Letti se frunció, claramente perpleja. —No me digas que vas a derribar la Casa de la Justicia de Denver —preguntó, su voz teñida de incredulidad.
Anon soltó una risa suave, negando con la cabeza. —No, tonta. ¿Por qué haría eso? —contestó, su voz traicionando una sensación de diversión ante la idea. —Hay otros planes en marcha, que requieren una ejecución cuidadosa.