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—Maldita sea. ¿Cuánto tiempo ha pasado desde que entraron por última vez en este lugar? —murmuró el trabajador al que Seti le había confiado las llaves del almacén.
—¿Dónde diablos se supone que encuentre un cristal de portal de teleportación en este desorden? ¿Por qué no mandaron a alguien a organizar este lugar? —refunfuñó el trabajador, evidenciando su frustración.
—Si se desatara hoy, sería un desastre para todos nosotros —dijo Kale, invocando su varita mágica envuelta en un paño adornado con runas blancas.
—¿La Varita de Luminara? ¿Qué puede ser tan significativo en ese almacén que el Director Kale necesite la asistencia de esta varita? —se preguntaba Seti.