—¿En serio? ¿Piensas que fui yo quien hizo eso? —preguntó Letti, su voz llena de desafío.
—Sí, creo que eres la responsable, y tengo pruebas. ¿Qué tienes tú para defenderte? —respondió Seti con confianza.
—Ah, ¿así que quieres pruebas, eh? —replicó Letti, con una sonrisa astuta en su rostro mientras metía la mano en su bolso y sacaba una bola de cristal, infundiéndola con maná.
Mientras el maná circulaba dentro de la bola de cristal, imágenes comenzaron a formarse en su interior.
—Idiotas, no los liberen ahora, —exclamó Seti.
—Pero señora, ya los hemos liberado y ahora no podemos recuperarlos.
—Idiotas inútiles.
La conversación secreta de Seti resonó a través de la bola de cristal, y todos miraron sorprendidos.
—¡Perra, rompe esa bola de cristal ahora o... —Seti empezó a amenazar a Letti, pero antes de que pudiera terminar, Letti la interrumpió.
—Ya se envió una copia de esta bola de cristal a la oficina de Director Kale, —declaró Letti con una amplia sonrisa.
