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—Espera... —Justo cuando Anon iba a salir por la puerta, una voz lo detuvo.
—Vamos... —Anon se giró inmediatamente y miró a Lara, su rostro estaba rojo y tímido.
—D-Deja la taza de té y cierra las puertas. —Lara dijo mientras su voz temblaba.
—Como desee... señora. —Anon dijo mientras dejaba la taza de té en la mesa y cerraba las puertas.
—Ahora quítate la ropa. —Lara ordenó.
—¿Por qué señora...? —Anon preguntó con tono burlón.
—Solo haz lo que te digo.
—Sí, señora... pero solo para refrescar tu memoria, una mujer noble no puede establecer ninguna relación íntima con un plebeyo.
—No estoy estableciendo ninguna relación contigo... s-solo voy a usarte... como a una prostituta. —Lara intentó ser más astuta que Anon pero no sabía con quién se estaba metiendo.
—Aun así, la regla es la misma. Tú aún no puedes tener sexo conmigo.
De repente una expresión triste cubrió su rostro al darse cuenta de que Anon no era un tontuelo.