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Después de recapacitar por un momento, Miguel viajó más profundo al territorio del Señor Gogi.
Sin embargo, lo que vio le confundió más que antes.
Todo estaba destruido.
Ni una sola piedra estaba en su lugar. La mansión de madera había quedado reducida a ruinas y la vegetación se había apoderado de todo el espacio, cubriendo las tablas y pilares de madera.
Una sola mirada bastaba para darse cuenta de que la mansión de madera se uniría al entorno que la rodeaba en un día o dos y los árboles y enredaderas la engullirían.
—¿Eso también es obra de la Jungla Indomable? —murmuró Miguel en voz baja, mientras su mirada se desplazaba por el pequeño área accesible que alguna vez había sido el centro del territorio del Señor Gogi—. ¿Está intentando deshacerse de los rastros dejados por el Señor Gogi, sus súbditos y su territorio?