Los Guardianes y Despertados ya estaban preparados para la llegada de Michael cuando alcanzaron el tercer asentamiento fronterizo.
—¿Nos invitarán a entrar o nos tomamos ese honor nosotros mismos? —susurró con una sonrisa Tiara.
Mientras saciaba su sed de sangre casi constantemente durante los últimos dos días, la personalidad de Tiara cambió ligeramente. Por lo general, era rígida y enfocada en las tareas, actuando como si el futuro de su raza dependiera solo de ella. Sin embargo, en este momento, Tiara se sentía más como una chica juguetona. Ese fue un cambio bienvenido, aunque Michael no estaba seguro de si era apropiado en esta situación.
Un total de 4.000 Guardianes y cerca de cien Despertados los esperaban con ansias. Eso fue un poco diferente de los ataques anteriores.