Contrario a las expectativas de Michael, la región de la Sabana era como un vasto, dorado mar de pasto que se extendía hasta donde alcanzaba la vista. Arbustos de pastos y arbustos espinosos se mecían suavemente en la brisa, creando la ilusión de suaves olas que ondulaban a lo largo de la tierra.
El terreno era mayormente plano, ofreciendo pocos o ningún escondite para los monstruos y otros. Sin embargo, también se podían ver algunas colinas bajas y redondeadas de vez en cuando. Era solo que había tan pocas de ellas que apenas se notaban.
A lo lejos, Michael encontró árboles dispersos que ofrecían parches de sombra a los monstruos de la región de la Sabana. Estos árboles tenían ramas largas y delgadas y hojas que susurraban suavemente con el viento.