La biblioteca de Piloq era bastante simple y ordinaria. Había filas de estanterías llenas de incontables libros sobre diferentes temas.
De vez en cuando, Michael veía acogedoras sillas y mesas donde podía sentarse a leer y estudiar. Era un lugar para explorar nuevos mundos a través de las páginas de los libros que se podían encontrar por todas partes, como en cualquier otra biblioteca.
Una vez Michael pasó por el recepcionista Centauro Brujo, Michael entró en este nuevo mundo —un mundo lleno de libros para leer y conocimiento para devorar.