—¡El Dragón viene! —Esas fueron las primeras palabras que Michael escuchó cuando recobró la conciencia. Su cabeza aún dolía, sintiéndose como si fuera a partirse en cualquier momento, sin embargo, Michael no se atrevió a quedarse en el suelo.
Se concentró en el destello dorado del boleto de Entrada del Señor solo para descubrir que la Grieta de Señoría cerraría en pocos minutos.
—¡Habían llegado tan lejos! ¡Ahora solo tenían que sobrevivir unos minutos más!
—Tiara, ven aquí —dijo Michael débilmente antes de consumir varias pociones de energía y pociones curativas. Su cuerpo podría estar aún bien, pero su cabeza era un desastre, y Michael solo podía esperar que la poción curativa asegurase que su cerebro no sufriría daños permanentes después de lo que estaba a punto de hacer.