La atmósfera alrededor de la Grieta de Señoría había cambiado. Nada parecía lo mismo que antes.
La cadena montañosa se alzaba imponente contra el horizonte, pero ya no se sentía como un símbolo de paz. Al contrario, su cima antes nublada estaba ahora velada por un oscuro manto de ceniza y humo.
Ríos de lava fundida bajaban por sus costados con una ominosa e intensa ferocidad. El aire alrededor de la Grieta de Señoría estaba impregnado del olor a azufre, y el suelo temblaba con los ecos de la furia desatada de la cadena montañosa. O eso era lo que sentía Michael mientras observaba la cadena montañosa que resultó ser un volcán, el cual había entrado en erupción no hace mucho.
Pero incluso si el volcán en erupción y los ríos de lava fundida ya eran temibles y un mal augurio de lo que esperaba a los Señores en la última hora antes de que la Grieta de Señoría se cerrara, el ser que volaba a través de la vasta extensión del cielo carmesí era mucho más aterrador.