Michael pasó un rato leyendo los documentos dejados por el subordinado directo del Senador.
No había mucho contenido, pero revelaba ciertas pistas sobre la misión de los Corazones de León y lo que debería evitar hacer por el momento.
Los documentos eran parte del intercambio oficial entre el Senador y los cinco Corazones de León que había escogido como lo suficientemente confiables para completar la misión secreta.
—Parece que nunca esperaste que alguien fuera capaz de saquear el espacio de almacenaje sagrado de una Runa de Guerra. ¡Esa es tu desgracia, bastardo! —Michael maldijo al Senador en su mente mientras releía los documentos algunas veces más.
No quería perderse ni un solo detalle y guardó los documentos dentro de su Runa de Guerra solo después de asegurarse de que había grabado todo en su mente.