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La mirada de John volvió a recorrer los palcos que rodeaban el segundo piso.
Aunque no sabía exactamente quién estaba en cada palco, sin duda eran representantes de poderes significativos.
Pero estaba seguro de una cosa: esta gente definitivamente estaba esperando a que comenzara la segunda ronda de la subasta.
De repente, Emma le ofreció a John los bocadillos que tenía en la mano —Johnny, prueba esto. La comida en este mundo de juego sabe realmente bien.
John indulgentemente abrió la boca, dejando que Emma le introdujera un pequeño bocado de pan que se parecía a un profiterol.
Una rica y cremosa dulzura estalló en sus papilas gustativas, dejando una sensación persistente que le hacía querer más.
Tenía que decirlo, los creadores de Dios Asesino habían hecho un trabajo excepcional.
Aunque estos alimentos dentro del juego en realidad no saciaban el hambre en el mundo real, poseían la misma textura y sabor.